Platos fríos

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Helados y polos

Helados y polos
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Bundt cakes

Bundt cakes
Bundt cakes

Salmorreta, para el #asaltablogs.

¿Conocíais la salmorreta? Yo confieso que hace poco que sé de su existencia.



Es lo que tiene estar en este mundillo, que te enteras de tó. Pues bien, resulta de esta salsa en cuestión es típica de la zona de Alicante, y se utiliza para enriquecer arroces, normalmente de marisco. Yo, valenciana como soy, no recuerdo haber visto nunca ponerla en los arroces.



Se compone de tomates, ajos, cebollas, ñoras y aceite de oliva. Su sabor es fuerte y su textura cremosa. Se suele poner una cucharada por ración, ya que he leído que suelen ponerla directamente en el plato, aunque también he oído que se pone en el sofrito... corregidme los lugareños si estoy o no en lo cierto.



Y ahora a lo que vamos. Este mes en el asaltablog nos tocaba saquear a alguien muy especial para mi: Marisa, de Thermofan. Ella es una de las primeras personas que conocí virtualmente en este mundillo 2.0. Además de ser valenciana como yo, hemos tenido ocasión de conocernos ya que hemos coincidido en dos quedadas, y mantenemos cierto contacto. Suelo participar en su reto Reciclando Sabores, siempre que me es posible, y siempre hay unas palabras de cariño mutuo.

Es una persona especial. Maestra jubilada, su gran pasión es hacer pan. Mira que pensé y pensé cual de ellos preparaba para esta ocasión, pero una serie de catastróficas desdichas me lo han impedido (léase: viaje, gripe postviaje, dieta severa del marido durante una semana a causa de una endoscopia, etc). Y para colmo de males, cuando por fin decidí hacer esta salsa, se me ha roto la minipimer. Pobre, llevaba conmigo más de veinte años... También pensé en hacer monas, pero me voy al Penyagolosa cinco días y voy a tener oportunidad de probar la rica pastelería castellonense, así que tampoco era la solución.



En fin, como no tenía en mi recetario esta receta básica, he decidido prepararla, y no había mejor ocasión que ésta, ya que este año tengo mi propio aceite de oliva virgen extra. Este año el aceite de nuestra almazara ha resultado un aceite dorado oscuro y de sabor buenísimo, y lo vais a ver mucho por aquí.

Gracias, maestra, por tu sabiduría y por transmitirla con tanto cariño.

Ingredientes:

-1/2 cebolla.
-3 dientes de ajo.
-1/2 kg de tomate triturado (preferiblemente de pera, es el más adecuado).
-2 ñoras.
-una ramita de perejil.
-200 cc de aove.

Ponemos las ñoras sin pepitas a remojo en agua caliente unos 20 min. Pasado este tiempo, las escurrimos y recuperamos la pulpa de las ñoras.

Ponemos un poco de aceite en una sartén y sofreímos la ñora. La ponemos en el vaso de la batidora una vez sofrita.

En la sartén, ponemos los ajos pelados y la cebolla picada y ponemos a sofreír hasta que la cebolla esté transparente, Añadimos el tomate y dejamos hacer unos 25-30 min,

En el vaso de la batidora, ponemos el sofrito, la ñora reservada, el perejil y el aceite crudo y trituramos bien.

La congelamos en bandeja de cubitos, Una ver hechos los cubitos, metemos en una bolsa de congelar y vamos utilizando según necesidad.

Mi receta no es la ortodoxa, pero he visto muchas maneras de prepararla.

Espero que os haya gustado.

Mabel.
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Mousse de Kiwi, Aguacate y Semillas de Chía.

¿Quién dijo que teníamos que renunciar al postre aun estando a dieta? Porque lo que os traigo hoy os hará cambiar de opinión seguro.



Hacía tiempo que no os enseñaba una receta con aguacates, que me encantan. Y los pobres kiwis, abandonados a su suerte y consumidos en la más absoluta soledad... o si tenían suerte formando parte de alguna macedonia.



Pero desde que descubrí que los aguacates suplen perfectamente a las natas en cremas y demás preparados, además de otorgar una consistencia estupenda a cualquier batido, decidí probar esta receta. Además, las semillas de chía, que he incorporado recientemente a mi dieta (son muy ricas en ácidos omega-3), contribuyen aportando espesor y la textura final es estupenda.



Yo he adaptado esta receta, poniendo un poco los ingredientes que tenía a mi disposición. Y como encontré los frutos rojos a un precio estupendo en el súper, coroné mi postre con un puñadito. Un auténtico placer esta mousse, que además no te hará sentir para nada culpable de haber cedido a un postre aunque estemos a régimen.



¡Ah! Además es crudivegano, casi apto para cualquier dieta.

Con esta receta participo en el reto de Pilar, Color y Sabor de Temporada.



Tiempo: 10 min +1 hora de refrigerador.

Ingredientes (para cuatro raciones):

-1 aguacate mediano.
-2 kiwis.
-1 cucharada sopera de azúcar moreno (o dos, si lo queremos más dulce).
-1 y 1/2 cucharadas soperas de semillas de chía.
-1/2 vaso de zumo de piña comercial o natural si tenemos.
-Para decorar: 4 láminas de kiwi, unos arándanos y unas frambuesas.

Ponemos todos los ingredientes en el vaso de la batidora. Trituramos bien y llevamos, en el mismo recipiente y bien tapado, una hora a la nevera (o más tiempo, una hora mínimo).

A la hora de servir, repartimos en los vasitos con una cuchara grande y decoramos con las rodajas de Kiwi, los arándanos y las frambuesas.

Rico, sencillo y sanísimo. Espero que os haya gustado.

Mabel.
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Vacaciones en el Mar. Tercera Parada: Roma.

¡Bienvenidos a mis crónicas viajeras! Hoy vamos a atracar en Civitavecchia, y desde aquí tomaremos un autobús hacia Roma.

Civitavecchia es el puerto más cercano de la cuidad eterna. Aquí lo teníamos bastante claro, y contratamos la excursión directamente con Nautalia en la propia agencia al  mismo tiempo que el crucero. En un principio era la única excursión que íbamos a coger. Roma queda a casi una hora del puerto, y era la única forma de conocerla en esta ocasión.

Madrugamos muchísimo, ya que a las 08'15 teníamos que estar en la parada del autobús del puerto. A las 09'00 más o menos entrabamos en la ciudad. Tras una parada para dar instrucciones y poder ir al baño y/o tomar un café, emprendimos camino hacia el Coliseo.



Aquí estuvimos una media hora, recorriendo el perímetro del edificio y asistiendo a una exhaustiva explicación de las numerosas edificaciones de alrededor.


Después, volvimos a subir al autobús y nos dejó en el centro de la ciudad. La visita la realizamos a pie, y la primera parada fue en la fastuosa Fontana di Trevi. Había oído algo sobre ella, como que era tan grande que no había ángulo posible para ser fotografiada en su totalidad, pero vamos, es que es de dimensiones descomunales:


Todos tiramos nuestras respectivas moneditas, para poder volver a Roma, según la tradición. ¡Aquí hubo un tráfico de céntimos realmente simpático!

Continuamos con nuestra travesía, y llegamos al Panteón, también llamado Panteón de Agripa y que en su interior se encuentra el sepulcro de Rafael.


Aquí nos dieron algo de tiempo libre para comer o descansar, y nosotros no nos lo pensamos y entramos en una de los numerosos comercios llenos de ricas viandas para comprar unos bocadillos y comérnoslos allí mismo.


Reanudamos la marcha, hacia la piazza Navona. Allí, la imponente fuente de Los Cuatro Ríos. Esta fuente fue proyectada por Gian Lorenzo Bernini,en 1651. Se compone de cuatro estatuas sobredimensionadas que representan los cuatro principales ríos: el Nilo, el Ganges, el Danubio y el Río de la Plata. Y se halla coronada por un obelisco egipcio.


La fuente está construida en mármol travertino.


Continuamos la caminata hacia el Vaticano.


Llegamos a nuestro punto final de la excursión: la Plaza de San Pedro. Aquí tuvimos suerte y pudimos sortear las colas de entrada. Disfrutamos de un pequeño lapsus de tiempo para visitar el interior de la basílica. Grandiosa y opulenta, lástima que no dio tiempo a entrar al museo y ver la capilla sixtina. Esto quedará para una futura visita.


La guardia suiza. La vistosa vestimenta quedó algo apagada a causa de las capas negras del uniforme de invierno. Nos pasó lo mismo viendo el cambio de guardia en Londres, inconvenientes de viajar en tiempo frío.


En este punto, la comitiva de replegó y nos llevaron de nuevo hacia el barco, a descansar y prepararse para la próxima escala.

Roma merece de verdad al menos un fin de semana, Es una ciudad digna de admirarse con detenimiento.

Espero que os haya gustado. ¡En breve continuamos el viaje!

Mabel.
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Vacaciones en el Mar. Segunda Parada: Génova.

¡Hola grumetes! Hoy nos adentraremos en tierras italianas.

El segundo día de mis vacaciones, el barco amarró en el puerto de Génova. Poco sabía yo acerca de esta ciudad, aparte de ser el lugar de nacimiento de Cristóbal Colón (eso siempre según quien). Tengo que confesaros que esta ciudad me recordó mucho a la mía, Valencia. Todo me resultaba familiar: la luz, las gentes, las construcciones. No sé, me pareció no haberme movido de casa...

En esta ocasión sí que teníamos la parada en el corazón mismo de la ciudad, y todo quedaba a escasos pasos de la nave. Comenzamos nuestra visita por la piazza San Lorenzo.



Aquí pudimos visitar la catedral del mismo nombre. Su construcción es muy antigua, pero la mayor parte se llevó a cabo entre los siglos XI y XII.



De aquí emprendimos el camino hacia la casa natal de Cristóbal Colón. Por el camino, atravesamos estas antiguas torres, tan parecidas a unas de las que hay en Valencia y que son vestigios de la antigua muralla que se levantaba alrededor de la ciudad.


Según el mapa, en la piazza Dante se encontraba la casa natal del almirante. Pero lo único que encontramos fue este precioso claustro.


Finalmente, un vendedor ambulante, tras vernos discutir si buscábamos hacia la derecha o hacia la izquierda, nos indicó que estaba justo a nuestras espaldas. ¡Cómo la íbamos a ver! De la construcción sólo se conserva parte de la fachada y un par de estancias. No entramos porque nos pareció caro (5 euros) para lo poco que había que ver, según lo que podíamos apreciar desde fuera.


Continuamos nuestro camino. Entramos en lo que parecía ser un antiguo palacio, ahora sede de la bolsa y de telégrafos.


La vía XX Settembre. Algo así como la calle Colón en Valencia, o la milla de oro de Madrid. La calle comercial y de ocio por excelencia para los genoveses.


Como aún nos quedaba tiempo antes de comer, decidimos ir hacia la parte norte de la ciudad. La via Garibaldi. También conocida como Strada Nuova, se proyectó hacia mediados del siglo XVI, cuando los acaudalados de la ciudad decidieron tener su propia zona residencial. Aquí los palazzos están codo con codo, unos adosados a otros. Hoy en día la mayoría son sedes de banca o museos.


Quizás la calle en sí no os diga nada, pero tiene música ambiental (ese día era música de cámara), que contribuye a crear un clima peculiar y que te transporta siglos atrás en el tiempo. Además los pórticos presentan adornos así de espectaculares:



Ya camino del puerto, paramos a refrescarnos en una pequeña plaza. Maravillosa atención y precios iguales que en casa.


Ya en el puerto, la vista del barco es impresionante.


Me gustó especialmente esta ciudad. Además fue la única donde vimos a la gente acudir a despedirse del barco. Fue muy emocionante decir adiós a aquella masa de genoveses que se despedía de nosotros mientras zarpábamos.


Se quedaron algunas cosas en el tintero, pero es que apenas cinco horas no dan para mucho más. Me quedé con las ganas de visitar el cementerio de Stagliaeno, que presume de ser de los más monumentales de Europa, pero se halla en las afueras y no fue posible. También hay un acuario en el puerto, el segundo más grande de Europa. Pero claro, el de Valencia es el más grande, y el tiempo era oro.

Fue también la única ciudad desde la cual vimos ponerse el sol.



Espero que os haya gustado. ¡Hasta la próxima parada!

Mabel.
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Vacaciones en el Mar. Primera parada: Marsella.

¡Por fin puedo sentarme a contaros mis vacaciones! Este año decidimos irnos de crucero... nunca habíamos viajado en barco ni David ni yo, y nos pareció una opción estupenda. Como en mi caso las fechas mandan, cogimos el primero que salía, y el trayecto era por el Mediterráneo. Me hubiera gustado más las islas griegas, pero ya se nos avanzaba mucho el año y el campo requiere de nuestra presencia.

Volví a confiar en Nautalia. El barco elegido fue el MSC Preziosa. Un auténtico palacio flotante, enorme y decorado hasta los dientes. Y el camarote lo cogimos con balcón, para poder disfrutar de los despertares contemplando cada día un puerto distinto.



La primera parada fue en Marsella. La segunda ciudad en población  de Francia y el puerto más importante del Mediterráneo. Es ciertamente una ciudad enorme, ya que se extiende a lo largo de casi 30 km, y el barco, por su tamaño, tiene el puerto de atraque bastante alejado de la ciudad. No obstante decidimos no contratar excursión y descubrirla por nuestra cuenta.

Comenzamos visitando la Cathedral de la Major. Presume de ser la única catedral del estilo románico-bizantino en Europa, y es de enormes dimensiones.



La joya de la corona para los marselleses es Notre Dame de la Garde, que no visitamos por falta de tiempo. Se erige sobre una colina dominando la ciudad y, según nos contaron los compañeros de viaje que sí la visitaron, había que subir, aparte de un ascensor, tropecientos escalones. Se queda para una futura visita.

Fuente: www.lemasdesaludes.fr


Junto a Cathedral de la Major, unos antiguos almacenes del puerto que han sido completamente reformados y transformados en preciosos centros comerciales: Les Docks.



El barrio del Panier. Repleto de tiendas artesanales y de estilo bohemio.





El puerto. El lugar con más vida y color de la ciudad. Merece la pena casi pasar toda la mañana aquí,






Tuvimos la gran suerte de gozar de un día soleado. Hasta el taxista que nos trasladó al barco era simpatiquísimo, y eso que no hablaba una palabra de español (ni nosotros de francés).

El barco salía a las 16'30 h, y había que estar a bordo como mínimo una hora antes. No dio tiempo a más, había mucho que recorrer y que ver y que fotografiar.

¡Hasta la próxima parada! Sed felices.

Mabel.

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Bajadera. Un dulce típico de Croacia.

Este mes las chicas de Reposteras por Europa nos llevan a un nuevo destino: Croacia. Mi elección, tras una criba no exenta de dificultades (los croatas son grandes golosos, y su repostería de lo más variada), me decidí por la Bajadera.



Este dulce en pequeño formato es un praliné de almendra o nueces y galletas, coronado por una capa de chocolate. Lo elegí por no necesitar horno ni sartén, creyendo (ingenua de mi) que sería de fácil elaboración. Cataplás, cataplasplisplás. No sólo no es precisamente fácil, sino que como reduje las raciones para que me salieran sólo tres o cuatro, no calculé bien los líquidos y me dio más de un quebradero de cabeza...a puntito estuve de tirarlo al cubo de la basura.



Al final, los astros se alinearon, metí las masas en el congelador y conseguí la textura necesaria para montar las capas. No quedó muy pulcro, pero de sabor está de escándalo.



He utilizado para la cobertura este fantástico chocolatín que venía de regalo en la revista Woman del mes de marzo. Al verlo fue cuando realmente me decidí por esta receta.



Os doy los ingredientes y la preparación, pero es mejor que la consultéis aquí, que es de donde yo la he sacado. Quise ir por libre y me pegué un batacazo monumental. Mi recomendación es que pongáis el traductor de google y la sigáis al dedillo... está muy bien explicada.



Un descubrimiento fantástico a medio camino entre el dulce de yema y el mazapán.

Ingredientes:

Para la masa clara:

-100 ml de agua.
-120 gr de azúcar.
-70 gr de mantequilla.
-180 gr de almendras o nueces molidas.
-180 gr de galletas hechas harina.

Para la masa oscura:

-100 ml de agua.
-100 gr de azúcar.
-50 gr de mantequilla.
-100 gr de chocolate negro.
-170 gr de almendras o nueces molidas.
-170 gr de galletas hechas harina.

Para la cobertura:

-25 ml de agua.
-25 gr de azúcar.
-100 gr de chocolate negro.
-60 gr de mantequilla.


Preparación:

Preparamos un almíbar con el azúcar, el agua y la mantequilla de la masa clara. Cuando esté listo, le añadimos la almendra y la galleta y revolvemos para integrar bien. Colocamos con cuidado en una bolsa hermética sacando todo el aire posible, cerramos, aplanamos y llevamos al refrigerador.

Con la masa oscura hacemos lo mismo, integrando el chocolate después de hacer el almíbar y ya fuera del fuego. Cuando esté deshecho, añadimos la almendra y la galleta y procedemos igual que lo anterior con otra bolsa.

Dejamos enfriar muy bien en la nevera.

Unas horas después, con ayuda de un cuchillo muy afilado rajamos las bolsas, partimos por la mitad las dos masas y las superponemos intercalando los colores. Para hacer esta operación ha de estar muy seca la masa, yo necesité meterla unas horas en el congelador.

Una vez superpuestas, las volvemos a llevar al congelador mientras preparamos la cobertura.

Ponemos en un cazo al baño maría los ingredientes de la cobertura. Cuando esté lista, sacamos el dulce del frío y lo cubrimos con el chocolate.

Antes de endurecer por completo, cortamos las porciones.

Reservamos en la nevera hasta el momento de servir.

Una auténtica delicia.

Mabel.


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Cerdo Marinado al estilo de Ching-He Huang.

Este mes me estreno en el reto Cooking The Chef, donde un grupo de bloggers se juntan cada mes para cocinar una receta de un chef famoso, y para gran alegría por mi parte nos ha tocado visitar a una chef china: Ching-He Huang. He de confesar que no la conocía. Aquí en España no es muy célebre, pero en Londres, su actual ciudad de residencia, es bastante reconocida e incluso una importante figura televisiva.



Sus recetas son aparentemente sencillas, pero siempre con la materia prima propia de su país de origen. Me encanta la cocina oriental, no sé si lo había dicho alguna vez, y ha sido un placer registrar en su recetario.



Yo he versioneado muy a mi estilo esta receta. No he utilizado mirin, ni salsa de pescado, ni tampoco albahaca. Y la he servido con arroz basmati, que sólo me como yo en casa y que tengo que darle salida.

Un plato rico y lleno de aromas. La carne de cerdo queda increíblemente tierna, y aunque ella la presenta en rodajas entera sobre el arroz, yo he preferido trincharla en tiras antes de saltear. Resultado: un plato exótico con productos muy sencillos.



Salvo por las 48 horas de marinada (que es lo que yo la tuve), se prepara en un pispás: diez minutos para cocer el arroz y cinco para saltear el cerdo. Un plato perfecto para días con prisas.

Tiempo: 15 min + 24 horas (mínimo) de marinado.

Ingredientes (para dos personas):

-4 filetes de magro de cerdo, no muy finos.
-el zumo de 1 lima.
-1 cucharada sopera de salsa de soja, más un poco para servir.
-1 cucharada sopera de pimentón picante.
-1 punta de cuchillo de gengibre en polvo, o si tienes fresco, rallado.
-un puñadito de romero fresco, sólo las hojas.
-un puñadito de perejil fresco, sólo las hojas.
-un buen chorro de AOVE.
-1 vasito de los de yogur de arroz basmati.

En un recipiente, ponemos la carne y la regamos con todos los ingredientes del adobo. Procuramos que quede bien impregnada y la tapamos y la llevamos al refrigerador.

En el momento de cocinar, primero ponemos agua a hervir y preparamos el arroz.

Mientras, liberamos la carne de todo resto de marinado y la  cortamos en tiras, reservamos.

Una vez hecho el arroz, lo vertemos en los restos del adobo y le damos unas vueltas para que se impregne bien. Dejamos reposar ahí mientras preparamos la carne.

En una sartén, ponemos un poco de aceite y cuando esté bien caliente salteamos la carne cortada en tiras. Dejamos que tome color un par de minutos.

Repartimos el arroz en dos platos hondos y lo coronamos con la carne. Servir con salsa de soja aparte.

Delicioso, es como traer un trocito del chino a casa.

Mabel.

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