No es ningún secreto que me gustan los remedios naturales. Tampoco que en mi cocina encuentro muchos de los tratamientos que utilizo.
No se trata de no comprar cosméticos, sino de aprovechar las cualidades de algunos productos que, teniéndolos al alcance de la mano, no hacemos uso de ellos. Craso error, ya que la mayoría dan mejores resultados de los potingues comprados y además salen mucho más baratos.
Esta receta es archiconocida, pero como sé que algunas de mis seguidoras no la conocen, yo os la muestro.
El ingrediente principal: los posos del café. Ricos en cafeína (efectiva contra la celulitis) y con la textura ideal para exfoliar sin agredir la piel.
Yo reúno los posos de dos o tres cafeteras, que me cunden bastante y de esta forma tengo una cantidad suficiente para un par de meses.
Primero dejaremos secar los posos en un plato durante varios días, hasta que hayan perdido toda la humedad.
El aceite de coco me encanta por su suavidad. Yo lo compro en la herboristería. Es ingrediente fundamental en muchas recetas de cosmética natural. Pero si no tenéis, podéis usar de oliva o incluso de girasol.
La vainilla, proporciona un aroma delicioso a la mezcla.
Y el aceite esencial de naranjo amargo tiene propiedades energizantes y revitalizantes. No conviene poner demasiado, cuatro o cinco gotas por taza, ya que puede alterar los nervios si lo utilizamos en exceso (hablo por experiencia). Por supuesto, comprado en la herboristería y de cultivo ecológico. Si utilizáis aceite de lavanda, el efecto será relajante, antiséptico y bueno para calmar los nervios. Yo prefiero utilizar este aceite de cara al descanso, en otro tipo de preparados.
También podéis hacerlo sin aceites esenciales.
¿Ya tenemos los ingredientes? Pues vamos a ello.
Ingredientes:
-posos de café, bien secos (una taza).
-aceite de coco (podéis utilizar de oliva o de girasol).
-un pellizco de vainilla en polvo.
-unas gotas de aceite esencial de naranjo amargo.
En un bol, ponemos los posos. Vamos añadiendo aceite poco a poco, hasta que la mezcla quede untuosa pero no grasienta ni líquida. Algo así como la arena húmeda. Añadimos la pizca de vainilla y el aceite esencial.
Vertemos en un tarro de cristal con tapa hermética.
Yo utilizo un puñadito después de la ducha. Restregamos bien por todo el cuerpo, insistiendo en las zonas rugosas o con celulitis. Enjuagamos bien.
Yo no preciso hidratarme después de utilizarlo, el aceite de coco me deja la piel perfecta.
Podemos utilizarlo dos veces a la semana.
¡Ya me contaréis!
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Mabel pues aquí tienes a una que no lo conocía y me han dado ganas de hacerlo pero lo que no sé es qué haría con el café ya que en casa no se toma. Me las ingeniaré. Ya te cuento. Un beso y si a ver si te animas a panificar.
ResponderEliminarSiempre puedes pedirlo a algún vecino... total les quitas un residuo de encima, jajaja. Sí te digo que es muy efectivo. A ver si me animo, que hace tiempo que no le meto caña al pan. Besos, Marisa.
EliminarSi además de exfoliar es hidratante, entonces es perfecto y a mejor precio que los exfoliantes que venden.
ResponderEliminarBesos.
Ya digo que a mí me encanta. Sólo tiene un handicap: es bastante engorrosa porque los granitos del café se cuelan por los sitios más insospechados... nada que un buen enjuague no solucione. Eso sí, deja la piel perfecta, y yo he probado unos cuantos exfoliantes.
EliminarBesos, Ana.