Flan de Naranja Sin Huevo ni Lácteos. Reciclaje en tiempos de confinamiento.

Cuánto tiempo sin pasarme por aquí...

Aunque la verdad es que he estado muy activa por Instagram, lo cierto es que había dejado un poco abandonado el blog.  Estas semanas inciertas y extrañas me habían inspirado a atreverme a aparecer por Stories. Han sido treinta y siete, treinta y siete días de recetas hechas en tiempo real, de hacer el mono ante la cámara del móvil, de pasar mucha vergüenza las primeras veces, y sobre todo de comerme mucho la bola para intentar hacer algo interesante. No sé si lo conseguí, pero lo que sí sé es que descubrí que muchas de vosotras no le dabais mucha marcha al microondas, y he aportado algunas ideas que me habéis agradecido mucho. Sólo por eso, ha merecido la pena.


Porque sí, ha sido muy divertido y me lo he pasado bomba, pero hacer una receta diaria es extenuante y absorbente, ya que hay que idear el qué cocinar y, además, hacerlo en tiempo real. Sólo tuve un patinazo en las treinta y siete recetas que hice, que fue al intentar teñir huevos de Pascua. Cosas del directo y de hacer la primera prueba en el aire.

Muy agradecida con vuestras palabras, cuando me decíais lo que os reíais conmigo y mis payasadas. Yo he disfrutado mucho haciéndolo, y no descarto volver a hacer más adelante. Pero a diario es absorbente y exigente, además que no da lugar a una correcta planificación: me tiré a la piscina y a ver qué salía de allí. La  próxima vez lo haré con más calma y de forma más espaciada.

Este período de hacer cosas ricas a diario, me ha aportado, entre otras cosas, cuatro kilos de más. Así que me he visto en la necesidad de un plan de choque: ejercicio diario y una dieta controlada. Y en mi afán de volver a las buenas costumbres, estoy en fase de aligerar los postres en lo posible, pero sin renunciar ni al sabor ni a una presentación bonita. Y así es como ha surgido este flan, que en realidad es un postre gelatinoso hecho con agar-agar, y que no es vegano porque lo he endulzado con miel, pero que si lo endulzamos con azúcar moreno o panela, o blanca, o bien sirope de ágave, lo haríamos perfectamente apto para una dieta vegana.

Como he rescatado unas naranjas, diminutas y enjutas, que he encontrado en un cajón del sótano, y que no eran aptas ni para zumo porque no les quedaba ya casi humedad, y también encontré tres paquetes de agar-agar empezados (por puro descuido, y no hacer una lista de la compra decente en su momento), que hay que ir gastando, voy a incluir este postre en el reto de mi amiga Marisa, 1+/-100, desperdicio 0.

(Por cierto, que zumo no, pero sí tenían bastante pulpa, que he guardado y congelado, estad atentas que la gastaremos en breves) ;)

Animaos, es muy sencilla y está realmente rica, y sin remordimientos.


                                                

Tiempo: 10 min + unas horas en la nevera.

Ingredientes (para 3 ó 4 raciones):

• 200 ml de zumo de naranja.
• 200 ml de leche de coco, ligera.
• 2 gr (un sobre ) de copos de agar-agar.
• 1 cucharada de miel (o panela, o azúcar, o sirope de ágave)

Preparación:

En un tazón, echamos parte del zumo de naranja bien frío y disolvemos el sobre de agar-agar, batiendo muy bien para que no queden grumos.

En una cacerola de fondo grueso, echamos el zumo mezclado con el agar-agar, el resto del zumo, la leche de coco y la miel. Llevamos a ebullición sin parar de remover y bajamos el fuego al mínimo en cuanto rompa el hervor. Tenemos así, sin parar de remover, un minuto. Apagamos el fuego y vertemos en el molde o moldes individuales donde vayamos a servir el flan.

Dejamos enfriar por completo y guardamos en la nevera, al menos cuatro horas. Disfrutamos.

Queda una textura similar al flan, pero más ligera y fresca,  Sencillo, ¿verdad?

Mabel.