Aquí tuve más problemas para que mi familia probara este aperitivo, ya que son demasiado tradicionales y eso de tomar un plato que se supone salado y esté dulce, como que no. Menos mal que las nuevas generaciones (mi sobrina Miriam, cuyo paladar está más abierto a nuevas sensaciones gastronómicas) me apoyaron en este reto.
Un consejillo: si queréis podéis salar ligeramente la masa antes de extender el relleno para que no quede dulce, pero la gracia es ésa, la cebolla caramelizada que invade todos los aromas de la receta.
Ingredientes:
-1 lámina de masa quebrada congelada (yo usé Hacendado).
-1 cebolla mediana picada finamente.
-1 cuña (150 gr +/-) de queso manchego tierno.
-aceite de oliva virgen extra.
-vinagre de vino.
-azúcar.
-1 huevo batido para barnizar.
Primero pochamos la cebolla en aceite con un puñado de azúcar y un buen chorro de vinagre hasta que se empiece a dorar. Aquí tenemos cuidado de bajar el fuego al mínimo, ha de dorarse pero no quemarse.
Dejamos hacer hasta que quede caramelizada o de color ámbar. Llegados a este punto, apartamos del fuego y dejamos reposar.
Extendemos la lámina de masa quebrada, que tendremos descongelada (no intentéis desenrollarla hasta que no esté del todo descongelada, se os agrietará como a mí y se saldrá el relleno una vez hecho). Depositamos la cebolla encima y el queso cortado en pequeños cuadraditos.
Con mucho cuidado, enrollamos como si de un brazo de gitano se tratase. Una vez enrollado, dejamos la unión en la parte de abajo del rollo, para que no se abra al cocer.
Barnizamos generosamente con huevo batido.
Y llevamos al horno a 180º hasta que esté dorado, unos 25 minutos más o menos. Una vez cocido, lo sacamos y dejamos entibiar. Luego, con un cuchillo muy afilado, lo cortamos en rodajas de un dedo de grosor.
Listo. Yo lo preparé de víspera porque con tanta gente me tengo que organizar, pero si lo hacemos unas dos horas antes de degustar nos chuparemos los dedos...
¡Buen provecho!
Mmmm, tiene que estar de muerte, este te lo copio, en mi familia pasa lo mismo, eso de probar cosas nuevas les cuesta, ahora si se lo ponen en un restaurante es lo más de lo más, que le vamos ha hacer. Besos ;)
ResponderEliminarPues éstos ni en el restaurante... no van ni a los chinos!!! jajaja. Pero aún así nos lo comimos, como somos tantos. Un beso Inés.
EliminarPues aquí es todo lo contrario, nos encanta mezclar lo dulce con lo salado, creo que una de las recetas favoritas de casa es cinta de lomo con azúcar moreno y naranja. Me apunto esta receta que tiene que estar de muerte.
ResponderEliminarUn besito desde Las Palmas.
Ves, con la carne son más permisivos. Con lo que me gusta a mí la carne (de todo tipo) con condimentos agridulces... Tienes que postear esa receta del lomo!!! Un beso grande.
Eliminarhummmmmmmmmm tienen que estar delicioso
ResponderEliminarSi sois unos fanáticos del queso como yo, ni os cuento....
EliminarMabel, qué delicia, la cebolla caramelizada es deliciosa y en este hojaldre es una tentación!!
ResponderEliminarUn beso
Ya te digo, coge el queso que más te guste y ponle cebolla caramelizada... un placer de cinco tenedores!!! Un beso grande.
EliminarQué tapa tan rica!! Nunca la hice pero me encanta la combinación de sabores, seguro que está deliciosa!! Yo la cebolla caramelizada la hago con vinagre de Módena y así me coge un tono como de caramelo tostadito, si nunca la has probado con ese vinagre, pruébalo un día!
ResponderEliminarUn dia de estos que vengan mis amigos a cenar a casa, haré tu receta, seguro que les sorprendo!!
Un beso guapa.
Madre mía pero qué cosa más buena. Me encanta la cebolla caramelizada, y el queso, y la pinta que tiene. Esto lo hago seguro!!
ResponderEliminarBesos