Feliz lunes a tod@s.
Quién diría que ya estamos en primavera... hemos pasado del bañador al pasamontañas en apenas dos semanas. Ayer estuvimos celebrando el cumple de uno de mis sobrinos, en el campo. Tenemos por costumbre salir a caminar después del ágape, y lo cierto es que el tiempo no invitaba demasiado.
Los días como éste lo único que apetece es quedarse en casita, al abrigo de nuestra madriguera, tapaditos con una manta y dándose un atracón de tele...
Y si encima nos preparan un tentempié casero, de ésos que preparaban nuestras abuelitas, pues tanto mejor ¿no?
Mi abuela les llamaba rebanás, pero al final he aceptado el término torrijas, que dicho sea de paso no me agrada en demasía...suena a cualquier cosa menos a algo de comer... Y para los de mi pueblo, rosquetes d'ou, aunque nunca me acostumbraré a este nombre. Ah, y para los foráneos, french toast. Parece mentira que tan humilde vianda tenga tantos nombres y en tantas lenguas.
Bueno, después de mi rollo matutino, que a estas horas tengo y mucho, os paso mi receta. Discutible, sí, pero es la mía.
Para dos personas:
-1/2 barra de pan del día anterior, cortada en rebanadas de 1'5 cm de grosor (yo hice 6).
-Leche.
-2 huevos, batidos con un chorrito de leche.
-azúcar, canela en polvo y extracto de vainilla.
-aceite para freír, mejor de girasol (no deja sabor).
Cogemos un vaso de leche y lo aromatizamos con un pellizco de vainilla.
Ponemos el pan en remojo en un plato hondo donde quepan justitas: llenamos de leche hasta la mitad del pan. Al cabo de unos minutos les damos la vuelta para que acaben de empaparse.
Vamos pasando las rodajas de pan por el huevo batido, mojando bien las dos caras. Las freímos a fuego medio en abundante aceite.

Ponemos a escurrir el exceso de aceite en servilletas de papel. Las espolvoreamos generosamente con azúcar y canela.
A mí me gustan con el corazón muy jugoso, aunque en casa las prefieren más sequitas... En fin, la que cocina soy yo, ¿no? jajaja...
Feliz comienzo de semana.
¡Un beso!
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Quién diría que ya estamos en primavera... hemos pasado del bañador al pasamontañas en apenas dos semanas. Ayer estuvimos celebrando el cumple de uno de mis sobrinos, en el campo. Tenemos por costumbre salir a caminar después del ágape, y lo cierto es que el tiempo no invitaba demasiado.
Los días como éste lo único que apetece es quedarse en casita, al abrigo de nuestra madriguera, tapaditos con una manta y dándose un atracón de tele...
Y si encima nos preparan un tentempié casero, de ésos que preparaban nuestras abuelitas, pues tanto mejor ¿no?
Mi abuela les llamaba rebanás, pero al final he aceptado el término torrijas, que dicho sea de paso no me agrada en demasía...suena a cualquier cosa menos a algo de comer... Y para los de mi pueblo, rosquetes d'ou, aunque nunca me acostumbraré a este nombre. Ah, y para los foráneos, french toast. Parece mentira que tan humilde vianda tenga tantos nombres y en tantas lenguas.
Bueno, después de mi rollo matutino, que a estas horas tengo y mucho, os paso mi receta. Discutible, sí, pero es la mía.
Para dos personas:
-1/2 barra de pan del día anterior, cortada en rebanadas de 1'5 cm de grosor (yo hice 6).
-Leche.
-2 huevos, batidos con un chorrito de leche.
-azúcar, canela en polvo y extracto de vainilla.
-aceite para freír, mejor de girasol (no deja sabor).
Cogemos un vaso de leche y lo aromatizamos con un pellizco de vainilla.
Ponemos el pan en remojo en un plato hondo donde quepan justitas: llenamos de leche hasta la mitad del pan. Al cabo de unos minutos les damos la vuelta para que acaben de empaparse.
Vamos pasando las rodajas de pan por el huevo batido, mojando bien las dos caras. Las freímos a fuego medio en abundante aceite.

Ponemos a escurrir el exceso de aceite en servilletas de papel. Las espolvoreamos generosamente con azúcar y canela.
A mí me gustan con el corazón muy jugoso, aunque en casa las prefieren más sequitas... En fin, la que cocina soy yo, ¿no? jajaja...
Feliz comienzo de semana.
¡Un beso!