Soy una privilegiada. Lo sé. Puedo disfrutar de una gran variedad de verduras fresquísimas, tanto que a veces las traigo directamente de la mata. Eso es precisamente lo que ha pasado con estas habitas.
Este año nos ha dado por plantar habas. Cierto que son exquisitas cuando están tiernas, pero el esfuerzo que conlleva cosecharlas es morrocotudo... vamos, que tengo los cuadriceps más duros que el cemento armado. Palabrita de blogger. Por cierto, cuando leáis estas líneas probablemente yo ya esté casada, posiblemente celebrándolo, y pensando en la próxima receta para enseñaros... Pero volvamos a las habas, que me disperso fácilmente.
Esta receta es, como tantas otras, el resultado de mezclar un poquito de aquí y un poquito de allá, de aprovechar un resto de vino dulce, de intentar probar las habas con un toque más fresco... vamos, lo de todos los días, jajaja.
Si son de verdad frescas y pequeñitas, es todo un manjar. Este plato lo podemos servir tal cual, o con unas patatitas fritas como yo hice. ¡Ah! y si os sobra, un huevo y queda un revuelto espectacular para el almuerzo del día siguiente... a las pruebas me remito.
Probad, no perdéis nada y encontraréis un guisadito de los de toda la vida. Pero con un toque.
Tiempo: 1 hora y 15 minutos.
Ingredientes (para tres raciones):
-300 gr de habitas tiernas desgranadas.
-300 gr de magro preparado para pinchos morunos, troceado.
-1 cebolla pequeña o media grande.
-100 cc de tomate triturado.
-una copita de moscatel.
-hierbabuena, pimentón dulce, sal.
-aceite de oliva virgen extra.
En una cazuela, echamos un chorro de aceite y ponemos la carne a sofreír. Cuando haya dorado, añadimos la cebolla bien picadita y dejamos pochar.
Una vez la cebolla esté transparente, añadimos el pimentón y dejamos sofreír un poco sin que se queme.
Vertemos el tomate y dejamos sofreír unos minutos. Añadimos hierbabuena, sal y el moscatel. Cuando haya evaporado el alcohol, cubrimos de agua y dejamos cocer a fuego lento unos cuarenta y cinco minutos.
Si vemos que queda caldoso subimos el fuego al máximo hasta que espese.
¡Marchando una de pan tostado!
Mil besos y gracias por estar aquí.
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Este año nos ha dado por plantar habas. Cierto que son exquisitas cuando están tiernas, pero el esfuerzo que conlleva cosecharlas es morrocotudo... vamos, que tengo los cuadriceps más duros que el cemento armado. Palabrita de blogger. Por cierto, cuando leáis estas líneas probablemente yo ya esté casada, posiblemente celebrándolo, y pensando en la próxima receta para enseñaros... Pero volvamos a las habas, que me disperso fácilmente.
Esta receta es, como tantas otras, el resultado de mezclar un poquito de aquí y un poquito de allá, de aprovechar un resto de vino dulce, de intentar probar las habas con un toque más fresco... vamos, lo de todos los días, jajaja.
Si son de verdad frescas y pequeñitas, es todo un manjar. Este plato lo podemos servir tal cual, o con unas patatitas fritas como yo hice. ¡Ah! y si os sobra, un huevo y queda un revuelto espectacular para el almuerzo del día siguiente... a las pruebas me remito.
Probad, no perdéis nada y encontraréis un guisadito de los de toda la vida. Pero con un toque.
Tiempo: 1 hora y 15 minutos.
Ingredientes (para tres raciones):
-300 gr de habitas tiernas desgranadas.
-300 gr de magro preparado para pinchos morunos, troceado.
-1 cebolla pequeña o media grande.
-100 cc de tomate triturado.
-una copita de moscatel.
-hierbabuena, pimentón dulce, sal.
-aceite de oliva virgen extra.
En una cazuela, echamos un chorro de aceite y ponemos la carne a sofreír. Cuando haya dorado, añadimos la cebolla bien picadita y dejamos pochar.
Una vez la cebolla esté transparente, añadimos el pimentón y dejamos sofreír un poco sin que se queme.
Vertemos el tomate y dejamos sofreír unos minutos. Añadimos hierbabuena, sal y el moscatel. Cuando haya evaporado el alcohol, cubrimos de agua y dejamos cocer a fuego lento unos cuarenta y cinco minutos.
Si vemos que queda caldoso subimos el fuego al máximo hasta que espese.
¡Marchando una de pan tostado!
Mil besos y gracias por estar aquí.