El otoño ha llegado y lo ha hecho por la puerta grande. El cambio de temperaturas ha sido brusco, y hemos pasado del bikini al verdugo de lana...
Bueno, quizás me he pasado. Pero lo cierto es que hace un fresquito por las noches que ya se siente. Y la caída de la hoja me ha llevado a plantearme la caída de cosas innecesarias o, al menos prescindibles, en mi día a día.
Con esto lo que quiero deciros es que voy a probar nuevos retos, dejar (no sin pena) algunos en los que solía colaborar, y voy a plantearme la cocina de otra manera. Se acabó el hacer dulces enormes que sólo me comía yo (a menos que sea para celebrar un cumpleaños), y sobre todo buscar recetas fáciles y viables, y con viables quiero decir que les gusten a los míos y no sólo a mi sola.
Abandono algunos retos porque no me aportaban nada, o bien porque por mucho que yo quiera este es un blog de cocina, y sí, puede que a veces os cuente mi vida y milagros, pero básicamente sólo pretendo enseñaros mis escapadas y mis platillos, y todo lo que no tenga que ver con eso no lo puedo manejar. No tengo tiempo ni medios ni ganas.
Además voy a ver si me animo a publicar algún post en castellano e inglés, que necesito refrescar y aprender más. En diciembre retomo las clases que dejé, por vaguería, hace tres años. Y creo que esta herramienta me va a ser de gran ayuda.
Bueno, después de esta parrafada soporífera, os invito a preparar una mermelada deliciosa para aprovechar los últimos melocotones que veremos por el mercado.
El toque de vainilla la hace deliciosa y muy aromática cuando se calienta. Y pueden ser un regalo perfecto, (no tiene que ser navidad para hacerlo) para aquellos golosos que gusten de las mermeladas caseras. Eso sí, ésta es rica en azúcar. Es la mermelada clásica y no he tenido reparos en añadir el azúcar necesario. Pero un poquito nos alegra el día, en forma de unte para tostadas calentitas en el desayuno... Ay, qué rico...
Ingredientes (para unos 6 tarros de 225 ml):
-8 melocotones grandes, pelados, descorazonados y cortados en trocitos.
-1 kg de azúcar.
-1 cucharada sopera de extracto de vainilla.
-1 palo de canela.
-1 lima, su zumo y su pulpa.
En un recipiente capaz, ponemos todos los ingredientes. Tapamos y dejamos reposar un día entero.
Al día siguiente, ponemos el contenido en una olla de fondo grueso, y cocemos a fuego medio-bajo durante una hora más o menos. A mitad de cocción, apartamos el palo de canela y pasamos la batidora para triturarlo. Dejamos terminar de cocer, ha de quedar con la consistencia necesaria para que, al verter un poquito de mermelada en un plato, ésta no chorree.
Mientras se cuece la mermelada, hervimos los botes con sus tapas. Sacamos del agua y dejamos secar.
Una vez hecha, vertemos aún hirviendo en los botes. Llenamos hasta el borde y cerramos fuerte. Ponemos los botes boca abajo y dejamos así un día entero.
Para conservarlos un año o más, volvemos a hervir los botes unos diez minutos. Una vez fríos, etiquetamos y guardamos.
Deliciosa. Riquísima. Aromática. Fácil. Barata. Etc...
Un beso grande y gracias por seguir aquí.
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hola!!, me la agencio, ya sabes lo que me gustan las mermeladas y tiene una pintaaaa, y un color precioso. Gracias por la receta, besos!
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