Pues sí, como dice la cancioncita: "el verano ya llegó, ya llegó. ya llegó..." y con él las temperaturas insoportables, la humedad axfisiante y las pocas ganas de cocinar, ¿me equivoco? Pero no tiene porqué ser así. Llevo algunos años viviendo en el pueblo, dedicándome a cosechar tomates y pasando largas horas de sobremesa bajo el sol, faenando. Y no me he muerto. Todo es aclimatarse.
Y no, no es fácil. Encima este año las jornadas de piscina (en la municipal, me refiero), han desaparecido en combate. Maldito bicho. Incluso la playa la miro de reojo, ya que aunque estoy de vacaciones (¡Siii, desde el lunes y al menos por veinte días!), no me da confianza ir. De hecho, no me apetece que me digan cuando puedo bañarme y cuando no, así que nos limitaremos a disfrutar de la terraza, este año más que nunca.
Lo del calor sofocante no se puede remediar, pero si sobrellevar. He decidido no encender el horno a menos que me levante un día delirando, ya que el otro día hice pollo asado y creía morir disuelta en mi propio sudor. Nunca más. Me niego en rotundo, sólo encenderé el horno para gratinar, y me lo pensaré muy mucho. Así que han llegado las recetas fresquitas, con poca preparación y mucho reposo en la nevera. Ya lo dije hace poco en Instagram: es la época de la ensaladilla. De lo que sea, pero ensalada. Y paella los domingos, que eso es casi religión en casa.
Y helados. Muchos. Mi costilla es fan de los polos de hielo, en concreto el mítico Colajet, y acaso alguno de naranja o de horchata. Pero yo soy de hacerlos caseros, con frutas a ser posible, que ahora tenemos mil opciones para elegir. Incluso, David me trajo hace una semana una bolsa de paraguayos de un arbolito silvestre que tenemos junto al huerto. Como no está cuidado, las frutas son pequeñitas, y muchas tienen agujeros ya que son un festín para los pájaros, pero siempre se pueden salvar algunas, y eso es lo que hizo mi chico. Estaban deliciosos, pero los metí en la nevera y me olvidé de ellos.
Haciendo limpieza ayer, salió la bolsita. La mitad estaban o demasiado blandos o ya en proceso de putrefacción, pero mi yo aprovechalotodo eligió los que quedaban sanos y los apartó. Y no se me ocurrió mejor forma de usarlos que preparando un helado.
Si no habéis probado los paraguayos helados os digo que son riquísimos. Ya como fruta fresca son un bocado dulce y aromático, a mi juicio poco valorado, que cada vez vemos más por los mercados. Y ya que preparaba un helado, no quise llenarlo de grasas ni de lácteos, ni tampoco meterle plátano, para que el sabor del paraguayo no quedara eclipsado. Y lo logré. Un helado cremoso, ligero, que no cristaliza demasiado y que se puede hacer sin heladera.
Con esta receta participo en el reto de mi querida amiga Marisa, 1+/-100 desperdicio 0. Si te pasas por allí encontrarás un montón de ideas fantásticas de reciclaje de comida, porque aquí, señoras, no se tira nada.
Tiempo: 10 min + 4 horas mínimo de congelador.
Ingredientes (para 4/6 raciones):
- 450-500 gr de fruta fresca.
- 250 ml de nata de soja, muy fría.
- 2 cucharadas soperas de sirope de ágave (puedes utilizar miel para una opción no vegana, o azúcar invertido)
Preparación:
Lavamos muy bien los paraguayos, los troceamos y quitamos los huesos.
En el vaso de la batidora, ponemos la nata de soja y batimos muy bien hasta que monte ligeramente. Tiene que estar muy fría, para ello la habremos tenido toda la noche en la parte más fría de la nevera. Cuando haya espesado, la vertemos en un recipiente apto para el congelador. Un consejo: si es metálico, el helado queda mucho mejor y se congelará más rápido.
Sin limpiar el vaso de la batidora, ponemos la fruta y la trituramos bien. La piel hará que quede de color rosa, pero si no os gusta podéis pelarlos. A mi me gusta dejarlos con piel.
Vertemos el puré de fruta en la nata semimontada, añadimos el sirope o la miel y mezclamos con unas varillas haciendo ochos, hasta que quede bien integrado todo. Llevamos al congelador.
Pasada una hora, removemos para deshacer los posibles cristales de hielo. Llevamos de nuevo al congelador.
Pasada al menos otra hora más, volvemos a mezclar muy bien para deshacer los cristales de hielo. Comprobamos que quede muy cremoso, si es así lo llevamos al congelador hasta su uso. De no estar cremoso, volvemos a sacarlo después de otra hora y repetiremos la operación.
Dejamos en el congelador, en total, mínimo cuatro horas. Antes de degustar, sacamos unos cinco minutos para que atempere, y servimos haciendo bolas con una cuchara de helado.
Fácil, ¿no? y super rico, prometido. Muy ligero pero muy sabroso.
¡Hasta la próxima receta!
Mabel.
Hola, Mabel. Me alegro de que estés de vacaciones. Con el calor y este verano tan complejo, mejor descansar y plantearse la vida de otra forma. Yo voy con mucho cuidado.
ResponderEliminarMi hijo me trajo un paraguayo que había comprado en el pueblo de la sierra de Alicante en el que ha trabajado este curso (también atípico. No podía estar más dulce.
Lástima no tener más para hacer tu helado. David se pierde maravillas.
Nunca he montado nata de soja y me das ideas.
Las fotos se las acabo de enseñar a Carlos y le han encantado, sin preciosas.
El helado tiene un color tan intenso que invita a probarlo, sin saber el sabor.
Un honor tenerlo en 1+/-100.
Un beso grande y cuidaos.
Hola, Mabel. Me alegro de que estés de vacaciones. Con el calor y este verano tan complejo, mejor descansar y plantearse la vida de otra forma. Yo voy con mucho cuidado.
ResponderEliminarMi hijo me trajo un paraguayo que había comprado en el pueblo de la sierra de Alicante en el que ha trabajado este curso (también atípico. No podía estar más dulce.
Lástima no tener más para hacer tu helado. David se pierde maravillas.
Nunca he montado nata de soja y me das ideas.
Las fotos se las acabo de enseñar a Carlos y le han encantado, sin preciosas.
El helado tiene un color tan intenso que invita a probarlo, sin saber el sabor.
Un honor tenerlo en 1+/-100.
Un beso grande y cuidaos.
Por fin unas vacaciones de verdad, sin ataduras y sin demasiadas restricciones... aunque no duren mucho las voy a disfrutar al máximo. Pues si encontraras paraguayos tendrías que probar este helado, más simple y rico no puede estar.
EliminarLa nata de soja no consigo montarla fuerte, supongo que con algún ingrediente extra se podría quedar firme, pero al menos sí que espesa un poco. A mi me ha ayudado a darle textura a este helado. Todo es probar.
Besos mil, profe. Cuídate mucho.
A mi también me gustan mucho las paraguayas pero nunca se me había ocurrido usarlas para hacer helado, me has dado una idea buenísima porque además de rico es muy fácil de preparar, que como tu dices con este calor no apetece pisar mucho la cocina, gracias por la receta.
ResponderEliminarSaludos.
A vueltas con los pucheros
me encanta que te haya gustado la recera. Yo desde luego, en verano cuanto menos encienda el fuego mejor. Y las frutas a todas horas!!! Y sí, casi todas se prestan a preparar helados.
EliminarMil gracias por pasarte por aquí. Besos!!!
Hola, da gusto ver este helado y más gusto daría probarlo. una idea genial para aprovechar frutas y dar un sabor natural a nuestros helados caseros. Un besoo!!
ResponderEliminarHay que aprovechar todo lo que tenemos a mano!!! Y estas frutas tan perecederas se merecían un destino bien rico. Muchas gracias por venir a verlo.
EliminarBeesooosss!!!!
Hola Mabel, que helado más apetecible y refrescante para este veranito, que ya está aquí y con las calores a tope. Me apunto a probarlo!!
ResponderEliminarUn beso.