Ayer fue un día negro para mí. Mi horno ha muerto.
Como lo oyes. Estaba con la masa preparada para hacer unas galletas (con claras de huevo, pronto habrá receta con las yemas), y el muy condenado decidió no encenderse. Ni ayer, ni hoy. Han sido siete años juntos, y aunque no era gran cosa lo cierto es que le tenía mucho cariño. Nos entendíamos a la perfección.
Ahora mismo estoy completamente centrada en preparar mis próximas vacaciones, así que de momento el sustituto tendrá que esperar. Al menos un par de meses. Visto el panorama, no he tenido más remedio que recuperar recetas sin horneado, ya que no puedo estar sin preparar dulces demasiado tiempo. Para muestra, echad un vistazo a mi Pinterest.
Lo primero en caer ha sido esta panna cotta, con mandarinas ya que todavía han caído algunas en mis manos. Las que quedan son diminutas y deslucidas, pero están de un dulce indescriptible. Y como no sé donde vi la combinación con té chai, que me encanta y me tiene últimamente enganchada, no podía dejar de probar la combinación. Rica rica de veras.
Este postre es contundente, y calórico. Es ideal para esos días en que tenemos invitados, ya que cunde mucho a la hora de repartir. Y, como casi todos los postres húmedos, mejora con un día entero de reposo en la nevera, aunque hay que tener en cuenta que necesita al menos cinco horas de enfriado para asegurarnos que la gelatina ha hecho su trabajo, de lo contrario podría no estar suficientemente cuajada, arruinando nuestro trabajo y la presentación del postre.
Además es sin gluten, que es un dato a tener en cuenta si tenemos intolerantes en la familia.
Qué, ¿nos animamos?
Tiempo: 20 min + 5 horas de enfriado en la nevera.
Ingredientes:
-un bote pequeño de leche condensada (375ml).
-400 ml de nata 35 % mg.
-300 ml de zumo de mandarina recién exprimido.
-100 ml de agua.
-1 sobrecito de té chai.
-10 gr de gelatina en polvo neutra.
-un chorrito de caramelo líquido.
Ponemos a hervir el agua y añadimos el sobre de té. Dejamos infusionar cinco minutos.
Mientras, caramelizamos el fondo de un molde.
Mezclamos el té filtrado y el zumo. Separamos la mitad y disolvemos en una de ellas la gelatina y añadimos la ralladura de una mandarina bien limpia.
En un cazo, ponemos el resto del líquido, la nata y la leche condensada. Calentamos, sin parar de remover ni un momento (o se nos agarrará y estropeará) hasta que empiece el hervor. Apagamos el fuego y añadimos la gelatina disuelta, sin parar de remover con las varillas hasta que esté todo muy bien integrado.
Vertemos en el molde caramelizado. Dejamos templar y luego metemos en la nevera. Listo.
Para desmoldar, ponemos un minuto o dos el fondo del molde en un recipiente mayor con un par de dedos de agua caliente. Volcamos en un plato y esperamos a que caiga. Decoramos a nuestro gusto.
* El postre mejora con un día entero de reposo en la nevera.
* A mi me gusta hacer el caramelo en casa: pongo un par de cucharadas de azúcar en un recipiente que pueda ir al microondas, cubrimos apenas con agua y un chorrito de zumo de limón. Calentamos en el microondas hasta que el caramelo se ponga rubio, y con mucho cuidado (quema muchísimo) vertemos inmediatamente en el molde a utilizar.
Mabel.
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Mabel, aunque debido a lo cara que está la luz, me reprimo un poco yo sin horno, no puedo vivir.
ResponderEliminarTengo una amiga que se cambió de casa hace 11 anos y sigue con la puerta del horno rota, no le cierra y pasa. Increíble.
Está panacotta entra por los ojos. 3s calórica, pero debe estar muy, muy buena.
Las fotos hablan por sí mismas.
Ánimo, pero cuidado al elegir. Yo compré uno hace 5 años y nada que ver. Ya no fabrican calidad ni durabilidad. Besetes.