Cuajada de moras y lavanda

¿Alguna de vosotras nunca ha ido a coger moras? ¿en serio? creo que es uno de los mayores placeres (gratuitos) que nos proporciona el verano. Aquellas que tenemos la suerte de tener un pueblo, o una caseta de veraneo en algún lugar apartado de la urbe, en cuanto los zarzales se llenaban de moras maduras nos lanzábamos en plancha a recogerlas, arañazos múltples (a veces bastante serios), incluidos.

Y ello no significaba necesariamente que nos gustaran las moras...

Este año son pequeñitas, al menos las que crecen sin control al lado de mi huerto, pero son muchísimas. Tengo un auténtico coro de aves de varias especies que nos visitan cada tarde. Y las libélulas, que prefieren los zarzales para posarse al atardecer. Ese es, a grandes rasgos, el escenario de mis días de verano.

No siempre tengo tiempo de coger moras, ya que el trabajo durante todo agosto es exigente: la cosecha está en plena explosión y las faenas derivadas nos ocupan la mayor parte de la jornada. Por eso, en cuanto se me relaja alguna tarde y me sobra una horita, mientras David termina de arreglar la cogida, me voy a coger moras. Como una niña pequeña. Es de esas actividades sencillas que nos proporcionan felicidad y heridas a partes iguales.

Esta vez eran tan pequeñitas, que apenas logré llenar un tazón. De hecho, no llegaron ni a la foto, porque tuve que utilizarlas todas en la receta. Como dije, eran tan pequeñas que apenas tenían pulpa (y sí muchísimas pepitas), así que opté por una preparación en la cual sólo necesitase su jugo.

Cual fue mi sorpresa, al buscar el tarro del azúcar. encontrarme un bote con unos restos de azúcar de lavanda. Os cuento: el pasado verano intenté hacer un bizcocho de limón y lavanda, el cual creo que nunca llegué a preparar, (o quizás sí, pero no saldría bien cuando no me lo apunté). Para elaborar la receta, era necesario aromatizar azúcar con flores de lavanda. Para ello, era suficiente con tener el azúcar un par de días reposando con las flores de lavanda. Pero al parecer, me olvidé del tarrito, el cual creo que son unos restos que me sobraron. Y nunca más volví a sacarlo.

Lo cierto es que estaba en buen estado. El perfume era intenso a lavanda, y decidí darle un final feliz. La receta es un poco fruto de la improvisación y de la casualidad, pero ha quedado tan tan rica, es tan tan fácil y tan tan resultona, que se queda en el recetario. Se lo merece.

Esta exquisitez (que lo es, de veras), se va directa a unomasmenos100desperdicio0, ya que he reciclado un azúcar olvidado en el tiempo, aunque tú lo puedes preparar en un par de días. Y también, las moras que cogí en el campo, que de otra forma habrían acabado en la basura, ya que aquí nadie se las come. 

Tiempo: 20 min + un día al menos de reposo en la nevera.

Ingredientes (para 5 vasitos de yogur):

• 1 taza de moras recién cogidas.
• 1/2 taza de azúcar de lavanda.
• 400 ml de leche desnatada (o de soja, para una versión vegana).
• 1 sobre de agar-agar.
• 1/4 taza de agua fría.

Preparación:

del azúcar de lavanda:

Para preparar el azúcar de lavanda, ponemos la media taza de azúcar con un puñado de flores de lavanda secas, bien mezclado, en un bote de cristal. Tapamos bien y dejamos que se impregne bien de la lavanda durante 48 horas.

de la cuajada:

Ponemos en el vaso del robot de cocina, las moras, el azúcar con su lavanda y 100 ml de la leche. Trituramos a conciencia, que quede la fruta bien deshecha.

Cogemos un cazo de fondo grueso, y sobre él, pasamos la mezcla por un filtro muy fino, tipo una bolsa de hacer leche vegetal, para extraer todo el jugo posible, apretando muy bien. 

Añadimos al jugo obtenido el resto de la leche. Ponemos a calentar.

Mientras, diluimos el agar-agar en el agua fría, disolvemos muy bien y añadimos al contenido del cazo.

Llevamos a ebullición ¡ojo! no hay que dejar de remover en ningún momento. Una vez empiece a burbujear, bajamos el fuego bajito y contamos dos minutos. Apagamos el fuego.

Vertemos en los vasitos. Una vez tibio, llevamos a la nevera hasta el día siguiente.

Para servir, un poco de nata montada le va genial.

Os sorprenderá el sabor de esta cuajada. Es muy aromática, y no sabría distinguir cual de los dos sabores impera sobre el otro. ¡Es una auténtica delicia!

Nos vemos en la siguiente receta.

Mabel.